jueves, 20 de noviembre de 2008

Hola, Sonia. Me gusta la idea de marcharse para aprender a regresar. La podemos seguir, solo que en dirección contraria, porque es una idea hermosa pero que dice lo contrario a lo que quiere decir el poema, que más que de las ganas de volver, habla de las ganas de olvidar. De hecho, al final habrá un salto de lo general a lo particular y ya sé que ese salto incluirá un verso que diga: "Yo nunca fui más lejos que al dejarte marchar." Así que tu idea nos da la pista de un verso que me encanta y que nos pertenece al cincuenta por ciento, porque me has hecho a encontrar lo que quería decir, diciendo lo contrario: "Se viaja por poder olvidar los caminos." Está claro que tiene que ser el primero de la segunda estrofa y que si está el camino no puede estar el destino, para evitar la rima. Ya veis, un poema es como una selva: las palabras más fuertes se comen a las otras.

Se viaja siempre contra tu país,
de ti mismo a un lugar donde ser otro
que ya no te recuerde,
ni quiera regresar.

Se viaja por poder olvidar los caminos...


Moony, también me quedo con la idea de los pasos y de las calles que no los conocen. Es perfecta, y encaja como si hubieras adivinado el verso de Sandra y mío. Y ahora que lo pienso, ¿por qué no meter otro personaje que, para darle la razón a Sandra y llevarnos la contraria al poema y a mí, recoja la idea del que se va para aprender a regresar? Aunque, naturalmente, la voy a sujetar, para que no aleje el poema de su tema.

El que se marcha aprende a olvidar los caminos
que recuerdan sus pasos.
Quien se queda, renuncia a la aventura de irse
y al sueño de volver.

Aunque el oído me dice que a "que recuerdan tus pasos" le vendría bien otro verso de siete sílabas, acabado en agudo, tal vez con la vocal o como jefa, y que dijese que esos caminos te condenaban a repetirte, a la rutina, a la falta de horizontes...; no sé, algo así.

En cuanto a ti, Víctor, de momento no se me ocurre nada con lo del tren estupefaciente, y aunque lo de viajar para conocer no está mal encaminado, creo que de algún modo ya se ha dicho. A ver qué se nos ocurre.

Bueno, de momento lo dejo ahí, que vienen a buscarme para llevarme a un acto en el que tengo que participar esta mañana. También podéis ir pensando lo que va a haber antes del final para que el final tenga sentido. La idea es que a veces el viaje de ser libre sólo se puede hacer si se deja a otro-a la libertad de marcharse... Tengo la sospecha, de todos modos, de que "yo nunc fui más lejos que al dejarte marchar" no va a ser el último verso, sino el antepenúltimo.

Se viaja siempre contra tu país,
de ti mismo a un lugar donde ser otro
que ya no te recuerde,
ni quiera regresar.

El que se marcha aprende a olvidar los caminos
que recuerdan sus pasos.
Quien se queda, renuncia a la aventura de irse
y al sueño de volver.

(...)
Yo nunca fui más lejos que al dejarte marchar.

3 comentarios:

Moony-A media luz dijo...

:D
Me ha encantado eso de recoger todas las ideas hasta darle la forma final.
Y el final me gusta muchísimo.

Por cierto, te he robado una frase que ya es mía: el hombre, nunca sabe qué pasado le espera.

Es absolutamente cierta. No sabes hasta dónde.

Un saludo.

Sonia Betancort dijo...

Hola Benjamín, yo con esa idea de "marcharse para aprender a regresar" me quería referir a algo que sucede incluso cuando uno no quiere, al menos es lo que a mí me ha enseñado mi viaje.
En el trayecto o viaje elegido, generalmente corto en el tiempo, es cierto que hay siempre un individuo desdoblado, que encuentra la libertad de ser otro, y que en ese nuevo y tal vez más exitante espejo, ya no piensa en volver.
Pero también me viene a la mente toda esa poesía del exilio argentino y también del español, en la que había un viaje "contra su propio país", y en ese "contra" ya había también una promesa de regreso. Claro que en ese caso el viaje "contra" era obligatorio, tanto como el deseo de volver.
De cualquier manera creo que son dos formas reconciliadas de viaje, porque al final la diferencia está en la elección de "marchar por ir" o de "ir por marcharse".

Ese verso final tuyo me parece maravilloso, al leerlo pensé, y no quiero decir que el poema deba decirlo:
"Yo nunca fui más lejos que al dejarte marchar./
Tal vez nunca estuvimos más cerca que ahora."

L dijo...

Me parece importantísimo ese último verso “yo nunca fui mas lejos que al dejarte marchar”. Por que es verdad que cerca o lejos depende mucho si consideras de que, o consideras de quien.
Conozco a gente de Bosnia que vino hace mas de 10 años, y se han traído a su familia y a sus seres queridos. Entonces por supuesto que están lejos de su País, pero cerca de su vida, y mas cerca que nunca de si mismos.
En mi opinión la verdadera lejanía es cuando se distancian no tanto los “ques”, sino los "quien"
No es una reflexión que le aporte nada al poema, sino mas bien al contrario. Es el poema el que me ha aportado esa reflexión.