Aquí está lo que se me ha ocurrido este fin de semana. En el blog de Meadow también he copiado los catorce versos que tenemos por ahora y explico un poco más cómo he llegado hasta ahí. ¿Cómo llegaríais vosotros hasta el final? En realidad, estos días, entre Córdoba y Madrid, he estado trabajando más bien en la novela; pero es cierto que tenía el poema al fondo todo el tiempo y me divertía no haciéndole caso, que es una manera de trabajar que siempre me ha gustado, tanto que a veces retraso el momento de ponerme a escribir por el puro placer de conservar un poco más el poema por dentro. Jaime Gil de Biedma me contó en una ocasión, mientras le pasábamos revista a todos los bares de ambiente gay de Barcelona, que a él le ocurría exactamente lo mismo, y lo comparó con el placer de no abrir un regalo, lo cual me pareció maravilloso. Buenas noches a todos.
Se viaja siempre contra tu país,
de ti mismo a un lugar donde ser otro
que ya no te recuerde,
ni quiera regresar.
Pero dónde hay un mundo más allá del pasado,
para escapar de ti.
El que se marcha aprende a olvidar los caminos.
Quien se queda, renuncia a la aventura de irse
y al sueño de volver.
Pero de qué le sirve la distancia
a un hombre que no olvida,
el que está condenado a que su rostro
se pueda reflejar a la vez en dos ríos.
(...)
Yo nunca fui más lejos que al dejarte marchar.
3 comentarios:
No es "a un hobre que no olvida", sino "al hombre que no olvida"
Si el paraíso está en otra esquina,
el que se marcha tiene que elegir.
El que se queda ya lo ha hecho.
a la vez en dos ríos, tal vez uno nos habrá de matar.....
leerte es un viaje
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